Entrevista con Victor del Árbol: "La infancia marca el potencial de nuestros sueños"

Autor de libros como 'Respirar por la herida', 'La tristeza del samurai' o 'El peso de los muertos', Victor del Árbol es sobre todo un "escritor de la vida", con todas sus luces y sombras. Un hombre que sabe luchar por sus sueños y que es capaz de empujarnos a nosotros mismos a luchar por los nuestros. Con 'Un millón de gotas' está alcanzando un éxito arrollador y merecidísimo. Y yo, siempre dispuesta a aprender del mejor maestro, no dudé un instante en pedirle esta entrevista que él, dando muestras de su amabilidad y sencillez aceptó gustoso.
Le admiro, si, y si seguís leyendo comprobaréis por qué.

-Después de haber leído ‘Un millón de gotas’ y convertirse en uno de mis libros preferidos de este año y probablemente de los años venideros, lo primero que tengo que preguntarte es ¿dónde has estado el resto de mi vida? En Francia eres un referente y aquí apenas te conocíamos… ¿Es ‘Un millón de gotas’ el empujón definitivo que necesitabas para darte a conocer?
Siempre he estado aquí, entre vosotros. Lo que ocurre es que vengo de muy lejos, de mi infancia entre libretas y lápices, entre libros, y he ido creciendo en este deseo de ser escritor despacito, sin hacer ruido. Un millón de Gotas es la novela que me está dando a conocer entre los lectores de casa, pero sin las tres anteriores no habríamos llegado a este momento. Para mí, lo bueno que tiene una voz narrativa es que no se trata de escribir un libro, tener éxito, y desaparecer. Es bueno que haya algo sólido detrás y mucho por delante. 

-En la novela se puede comprobar que cualquier ideología se puede corromper por la forma de actuar de un solo ser humano y hacernos dudar de esos ideales, ¿es mejor mantenerse en terreno neutral antes que aferrarse a una idea en exclusiva?
En mi opinión, que no tiene que ser la única, desde luego, los grandes ideales a menudo se convierten en grandes tiranías. No hay ideal que merezca la anulación del libre albedrío, la individualidad. Necesitamos sueños colectivos, claro que sí. La Humanidad solo avanza si tiene un horizonte, una esperanza global. Pero las batallas de nuestros sueños se libran en el día a día. Pequeños gestos de heroísmo que no son melodramáticos pero que terminan siendo definitivos: no callar cuando nos atenaza el miedo, procurar la mejor educación para nuestros hijos, no dejarnos manipular…La micro realidad es lo que nos construye. Piensa, por ejemplo, cómo nace la Primavera Árabe. En Túnez, un anónimo vendedor decide que no va a soportar más la extorsión de la Policía. Y el mundo cambió.  

-Me he pasado toda la lectura compadeciendo y admirando a Elías, para llegar al final y encontrarme con un conflicto interior, entre la espada y la pared, sin saber si condenarlo o intentar defender lo indefendible, ¿es esa sensación la que buscabas  en el lector?
No busco provocar en un sentido u otro. Yo, cuando terminé de escribir, me sentí exactamente igual que tú. Yo tengo preguntas y quiero compartirlas, hacer al lector partícipe de las contradicciones que alberga nuestra condición. No juzgo. 

-Tanto Elías como Laura o Siaka pasan por experiencias verdaderamente traumáticas, sin embargo, cada uno de ellos decide afrontarlas de manera distinta, ¿piensas que somos nosotros los que elegimos como actuar, o nos dejamos manejar según el ambiente o las circunstancias que nos rodean?
Pienso que la vida está llena de elecciones. Hacemos lo que creemos que más nos conviene, aunque a veces sabemos que con ello nos traicionamos. Pasamos la mitad de nuestra vida actuando y la otra mitad justificándonos. Acusamos a cualquiera –a Dios, al destino, a la suerte, a los demás, a las circunstancias –de nuestros errores. Lo cierto es que, los errores, como los aciertos, nos pertenecen. Y debemos vivir con ellos.

-¿Por qué crees que no sabíamos nada de Názino ni de Argelérs? Nadie se ha atrevido a hablar de ello antes…
Sí es conocido para una minoría, en círculos académicos sobre todo. Quizá, el gran público lector no quiere leer ciertas cosas, le parecen aberrantes, increíbles o demasiado duras. Pero lo cierto es que esas cosas sucedieron, como sucedieron cosas mucho más terribles. A veces, el escritor debe ser incómodo, ir hasta el fondo de ciertos lugares porque están ahí y porque si se ignoran, tarde o temprano nos devorarán. En el caso de Argelérs, creo que tenemos una deuda no saldada con nuestra memoria colectiva y la de aquellas personas, como tú, como yo, como nuestros hijos, que se vieron empujadas al primer gran éxodo moderno. Hoy nos horrorizamos al ver los campos de refugiados de Gaza, Siria…Y muchos de nuestros bisabuelos, abuelos, vivieron algo así. La guerra, el exilio, la tristeza, el abandono, el miedo, el hambre. Por sus ideas o por estar en medio de una guerra de la que solo fueron víctimas.

-En medio de tanta crueldad y crudeza, el amor de Elías por Irina y el de Gonzalo y Tania se presentan como una tabla de salvación, una flor en medio del desierto, ¿es el amor la cura para el odio o se puede ser capaz de amar y odiar con la misma intensidad, incluso a la misma persona?
El amor es seguramente el sentimiento más complejo del Ser Humano, mucho más profundo que el odio. Y también más perdurable e incomprensible. Tal vez por eso las palabras nunca serán suficientes, por mucho que se escriba. Solo quien lo siente de verdad comprende que el amor a otro, a una pareja, a un hijo, a un amigo, a un padre o una madre es la única bandera que jamás, pase lo que pase, se arriará.

-Me gustan los libros que consiguen que sienta las emociones de los protagonistas como propias, ¿para conseguir eso es necesario que el escritor sienta también esas emociones de la misma manera?
Sí. Yo escribo desde una pasión total. No concibo el cálculo ni la matemática en mi narrativa. Procuro que mis novelas tengan ritmo, que la trama sea compleja e interesante. Pero lo que me mueve de verdad son los sentimientos, las emociones. Es fascinante explorar en lo que somos.

-Admiro especialmente y te felicito por ello, que seas capaz de transmitir la brutalidad de los acontecimientos sin recrearte en los detalles escabrosos, consiguiendo de este modo un impacto mayor, no es necesario utilizar el morbo para detallar el horror de una tortura o un asesinato, ¿verdad?
La violencia como escaparate termina pareciendo irreal. Estamos sobre saturados y nos insensibilizamos porque no la sentimos cerca. Pero yo utilizo otro tipo de violencia, más íntima, más cercana y más inquietante. Quiero que sientas que lo que les pasa a los personajes podría estar pasándote a ti. 

-Has sido Mosso d ‘Squadra e imagino que, al igual que Laura, te habrás encontrado con casos realmente violentos, ¿cómo se consigue sobrevivir a eso sin perder la cordura?
Amando la vida. Parece un brindis al viento, pero no lo es. Tampoco es ninguna boutade. Entre nosotros, teníamos un dicho: cuando todo el mundo huye tú vas. Porque alguien tiene que hacerlo. Encuentras estrategias, pequeñas cosas que te hacen agarrarte a la vida y sentir que, a pesar de todo, vale la pena.

-¿Toda novela es la extensión del propio escritor? ¿Hay algo personal de Víctor del Árbol – que se pueda contar, obviamente- en ‘Un millón de gotas’?
La obra siempre es la extensión del creador. Refleja su visión del mundo, de las personas. Lo que es y lo que querría ser. Podría decirte: “Yo soy madame Bobary…” Pero, por dar algunas pistas, búscame en la infancia de Javier.

- Hablando ahora de ti, creo que El Abismo de los Sueños ganó el Premio Fernando  Lara, pero no ha sido publicada, ¿qué ocurrió?
No ocurrió nada. No ganó, quedó entre las finalistas de ese año y los miembros del Jurado premiaron otra. Aquel año, y creo que así ha sido desde entonces, solo se publica el Premiado. Pero fue un gran honor pasar esa criba.

-¿Cuándo fue el momento en que dijiste “quiero ser escritor”? ¿Tienes algún ejemplo a seguir literariamente?
La infancia marca el potencial de nuestros sueños. Nos nacen las alas, lo que ocurre es que nos las cercenan antes de aprender a volar. Yo tuve una madre maravillosa en ese sentido. Vuela, hijo, me decía. Lo supe siempre, no de un modo consciente, desde luego. Pero supe que lo único que me hacía ser yo mismo era escribir. Para mí, el modelo a seguir en lo ético, en lo político y en la escritura es Albert Camus.

-¿Cuáles son las sensaciones de un escritor cuando se sienta frente a una hoja en blanco antes de empezar una nueva historia?
Es un momento fascinante. Como cuando bajas de un avión en un país desconocido. Respiras fuerte, te llenas de horizonte, se te alegra la sangre. Dices: vamos allá.

-A mí personalmente, cuando finalizo un libro, me gusta dejar unos días de espacio antes de empezar una nueva lectura para poder reflexionar sobre lo leído, ¿te ocurre a ti lo mismo al terminar de escribir, o estás siempre pensando en nuevas historias que contar?
Yo siempre tengo algo en la cabeza. Pero a veces no es el momento, no viene. Entonces dejo que todo fluya. Hay historias que te dejan muy vacío y necesitas volver a llenarte.

-¿Cuál crees que es la causa para que se te haya acogido tan bien en Francia y en otros países hace años y aquí sea prácticamente ahora cuando te empezamos a conocer? ¿Se vive de otra manera la literatura en el país vecino?
Cada país tiene su idiosincrasia. Gustos distintos, maneras de ver la literatura. Por alguna razón, yo conecté bien con la complejidad que espera el lector medio francés. No es que les guste una literatura umbilical, del YO. Pero sí esperan que junto a la necesidad de emocionarse, de evadirse y de entretenerse, haya un fondo de reflexión, de planteamiento más allá de la mera forma. También es cierto, y duele aceptarlo, que nuestros vecinos sienten una devoción por los libros que aquí no alcanzamos, todavía.

Pues eso es todo, Víctor, te agradezco muchísimo tu amabilidad, y sobre todo tus historias, tienes una manera de escribir que me ha atrapado, y estoy segura que muchos lectores terminarán cayendo en las redes de tu prosa. Te deseo mucha suerte y que nunca se te acabe la inspiración. Gracias.

Comentarios

  1. Una de las mejores entrevistas a Victor. Da gusto. Gracias a ambos.

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    1. Muchísimas gracias Pilar! La verdad es que da gusto leer a Victor incluso en las entrevistas, yo me quedo embobada con su manera de pensar. Me alegra mucho que te haya gustado.

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